domingo, 27 de junio de 2010

Mixtecos no quieren la reubicación

La Vía Exprés haría necesario mover los asentamientos de la colonia Ferrocarril. Llevan ya tres décadas viviendo en condiciones precarias.

Aunque el hombre sea nómada, es común que éste genere un vínculo con la tienda de campaña que carga en sus espaldas —lo único que tiene—. Más si se trata de un ser sedentario que por sí mismo erigió un hogar. Tal es el caso de la comunidad mixteca asentada en los márgenes de la zona federal de la vía del tren en la colonia Ferrocarril de Guadalajara, en boga las últimas semanas a causa de la Vía Exprés: proyecto impulsado por el gobierno del estado que, de concretarse, haría necesaria la reubicación de alrededor de 60 familias. Sin embargo, ellos simplemente no quieren irse.

En días pasados, el gobernador del estado, Emilio González Márquez, anunció la intención de construir la Vía Exprés: una vialidad de paga que correrá en una estructura elevada 16 metros sobre el camino del ferrocarril que atraviesa la ciudad en avenida Inglaterra. La inversión, de 6,500 millones de pesos, sería completamente privada, pero a cambio se cobraría por su uso 1.5 pesos por kilómetro (Público, 8 de junio de 2010). El anuncio generó la duda de lo que pasará con los mixtecos y otros tres asentamientos junto a las líneas del tren, todos en situación de pobreza.

En el caso particular de los mixtecos, uno de los líderes, Feliciano Manzano Olea, contó que ellos ya están enterados de que se rumora que los reubicarán si procede el proyecto de la Vía Exprés. Al ser cuestionado, negó que él y los de su grupo tengan la voluntad de irse, pues han generado ya un vínculo.

Don Feliciano explicó que se acostumbraron al lugar: sus mujeres y hombres ya saben qué camiones tomar a sus trabajos, y sus hijos ya conocen el camino a la escuela. En cambio, creen que si los mueven de ahí los mandarán a la periferia de la ciudad, lejos de sus trabajos, sin servicios y sin escuelas, “a empezar de nuevo”, dijo, algo que les costó 30 años de trabajo.

Por mucho tiempo han buscado dignificar sus casas, que las más rondan de seis a nueve metros cuadrados de superficie. En las reducidas fincas de un solo cuarto duermen familias de numerosos miembros donde también conviven y cocinan. En el caso de los mixtecos, ese cuarto es de ladrillos y láminas.

Pero más adentro en la colonia, en un laberinto de callejones que limita con las vías del tren, existen otras comunidades en condiciones más precarias que las de los mixtecos, pues sus casas son de láminas de metal, cartón y madera, montadas sobre piso de tierra. Estas comunidades son de personas nativas de esta urbe, pero aún más pobres que el resto, que en algunos casos sólo se dedica a delinquir para mantener sus adicciones.

La calle por donde se ingresa a los asentamientos, Cernícalo, se angosta conforme se avanza. El piso de asfalto comienza a deteriorase y a desaparecer entre las fincas, sólo separadas unos tres metros entre una fachada y la de enfrente, al punto de que no cabe un auto.

Pero no se quieren ir.

Que no los revuelvan

Feliciano Manzano es un hombre de los más instruidos de su grupo. Desde que oyó la noticia ha acudido con las autoridades para plantearles su postura de que los dejen ahí. Pero reconoció que si no hay opción, deberán aceptar el exilio: “¿Usted cree que si el gobierno decide hacer una obra de ese tamaño nosotros vamos a poder impedirlo?”, cuestionó con resignación.

Si la Vía Exprés se concreta, su única petición es que a los miembros de la comunidad los reubiquen juntos, pues temen que los revuelvan con la gente del resto de los asentamientos: “¿Qué cree que pase si usted mete perros y gatos en un mismo costal? No va a quedar más remedio que agarrarnos a putazos”.

A un nuevo sitio, pero juntos, entonces sí aceptarían una reubicación, pues así tendrían oportunidad de conservar en grupo las creencias, costumbres y tradiciones que cargaron consigo los primeros oaxaqueños. Éstos llegaron a Guadalajara en busca de mejores condiciones, pero al parecer no ha terminado aún su éxodo.

Guadalajara/Sergio Blanco

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